La piel del rostro es la más delgada de nuestro cuerpo, y la que está más expuesta a las agresiones externas (cambios de temperatura, contaminación, exceso de sol, etc.) por lo que es fácil de dañar. Pero al ser delgada también se puede recuperar. Lo que es una excelente noticia, ¿no? Por lo que manos a la obra.

Para partir con el cuidado de la piel del rostro, el primer paso fundamental es conocerla. ¿Como es nuestra piel? ¿Está siempre igual? ¿Qué la afecta? Para ello debemos acostumbrarnos no solo a mirarla, sino también a sentirla, sí sentir nuestra piel, a tocarla, sentir su textura, para poder conocerla.

La mayoría de las veces que pregunto qué tipo de piel tienen, la gente duda y no está muy cierta. A excepción de quienes tienen algún desequilibrio como acné, rosácea u otro la mayoría de las personas no saben cómo es su piel y si cambia con algunos factores. Si queremos cuidar de nuestra piel esto debe cambiar.

Para poder definir qué tipo de piel tenemos debemos ver y sentir como esta nuestra piel en la mañana, ese sería nuestro estado basal. El nivel de grasitud que veamos en ella, sobre todo en el dorso nasal después del lavado, es clave para su definición. Desde allí podremos definir a groso modo si es una piel, seca, normal, mixta, grasa, u otra. Debes considerar que para una definición acabada y 100% certera el ideal es recurrir al dermatólogo, pero tu autoconocimiento es una buena partida pudiendo también ser muy certero.

Una piel sana es una piel brillante debido a una abundante reflexión de la luz, otorgada por una superficie lisa. Y esa característica se debe en gran medida al equilibrio y sanidad que posee el estrato corneo (la capa más superficial de la piel) que le permite ejercer su efecto de barrera, siendo en ello los lípidos fundamentales. Los lípidos son “el cemento” que mantiene juntas a las células de la piel, por lo que al estar en un bajo nivel estas pierden su capacidad de barrera, la cual es esencial para evitar la pérdida de agua en nuestra piel como también para mantener su rol inmunológico. Por lo que el adecuado nivel de lípidos en la piel es fundamental para su equilibrio.

Veamos los biotipos cutáneos básicos y sus necesidades:

Tipo de Piel

Características

Requerimientos

Piel Grasa

Piel gruesa

Brillante

Poros dilatados

Limpiar

Nutrir

Piel Seca

Piel Fina, sensible al frío y reactiva al agua calcárea (tirantez), poco elástica.

 

Hidratar

Humectar

Nutrir en profundidad

Piel Mixta

Piel de normal a gruesa

Piel de frente, nariz y barbilla con tendencia grasa

Limpiar

Hidratar

Nutrir

Piel Sensible

Piel fina, reactiva

Sensible a reacciones externas y cosméticos industriales

Relajar

Proteger

Piel Madura

Piel fláccida, con arrugas.

Hidratar

Regenerar